Fue una clara muestra de desahogo. Apenas la pelota pasó la raya del arco que defendía el arquero de Independiente Rivadavia en el tercer gol de Boca, Alan Velasco salió corriendo hacia su izquierda con los brazos abiertos, los puños cerrados y un gesto en su rostro que no podía ocultar la emoción. Por fin, después de tantas voces en contra e incluso silbidos de parte de la hinchada xeneize, el joven futbolista convirtió su primer gol para la institución de La Ribera luego de 23 partidos jugados con la camiseta azul y oro.
Con el grito de gol contenido en la boca, el delantero fue en búsqueda de sus compañeros para festejar. A esta altura, Velasco ya estaba llorando. Rodrigo Battaglia fue el primero de los jugadores de Boca que lo contuvo con un fuerte abrazo, casi como si se tratara de un gesto paternal.
Fueron muchos días y semanas en los que parecía que nada le salía bien al deportista que había llegado desde la Major League Soccer (MLS) por una millonaria cifra tras una apuesta de Juan Román Riquelme.
La historia de Velasco con Boca empezó mal. Cuando el xeneize debía superar dos repechajes de la Copa Libertadores 2025 para estar en la fase de grupos, no pudo pasar la primera contra Alianza Lima. Justamente, fue el exjugador de Dallas el que se hizo cargo del quinto penal de aquella definición por penales en la Bombonera y lo falló, con una ejecución débil y fácil para el arquero.
Ese momento le marcó el camino en la institución de La Ribera. Velasco ya era resistido por gran parte de los simpatizantes de Boca, que no perdieron la oportunidad de chiflarlo cada vez que pudieron. Partido a partido se lo observó nervioso por ese comienzo de era inesperado. Revoltoso, pero sin conseguir nada.
“Muy contento con la victoria del equipo y por mi primer gol con esta camiseta”, escribió este domingo el joven delantero minutos después de que el partido en Mendoza finalizara con el triunfo de Boca después de 12 partidos sin conocer la victoria y con el alivio de lo conseguido en su logro personal.
