Fue el primer lanzador latino estrella en la pelota de Grandes Ligas y en ganar un partido de Serie Mundial. También el primer líder en victorias, efectividad, blanqueadas y WHIP.
Miembro de los Salones de la Fama de Cuba (1957), México (1985) y Cincinnati (1967). Luego de su retiro trabajó como entrenador de pitcheo de los Gigantes de Nueva York.
Su nombre completo fue Adolfo Domingo De Guzmán Luque. Se le conoció en el mundo beisbolero como “El Habana Perfecto’’ y “Papá Montero’’.
Luque, junto al boxeador Eligio Sardiñas “Kid Chocolate’’, el ajedrecista José Raúl Capablanca, el esgrimista Ramón Fonst, los peloteros José de la Caridad Méndez, Cristóbal Torriente y Martín Dihigo resaltan como los principales exponentes del deporte cubano en las tres primeras décadas del pasado siglo.
Nació en La Habana, el 4 de agosto de 1890. Sus padres tenían una buena posición económica y esto llevó a que recibiera una buena educación escolar.
Desde niño comenzó a practicar béisbol y antes de ingresar al profesionalismo actuó para el Club Vedado, en la Unión Atlética Amateur de Cuba.
Era blanco de piel, tenía los ojos azules y su estatura de cinco pies con seis pulgadas. Su voz fue gruesa y su temperamento fuerte.
Fuera del terreno de juego casi siempre llevaba un tabaco en su boca vistiendo con pantalón hacendado, guayabera blanca y sombrero de pajilla. Frecuentaba las vallas de gallos, compartía con grupos de personas jugando dominó con ellos en una mesa con una botella de ron.
Defensor de la cubanía
También fue conocido por defender la cubanía en cualquier rincón del mundo donde se pusiera en duda los valores de su patria. Por esta combinación de elementos humanos y deportivos, muchos historiadores consideran que Luque traspasó los límites de la leyenda para convertirse en un personaje mítico.
Después de jugar con el Vedado en la Unión Atlética, el mánager del Club Fe de la Liga Cubana, Agustín “Tinti’’ Molina, lo firmó con su equipo y por ser un buen bateador con buena defensa realizó el debut como antesalista en 1912.
Luego pasó a ser lanzado donde alcanzó notoriedad. Además del Fe, actuó con los equipos Almendares, Habana, Cienfuegos y Orientales.
Sus principales virtudes como serpentinero fueron una curva efectiva, el control de todos sus envíos, el aplomo que demostraba en los momentos difíciles del juego, su inteligencia al ser un estudioso de las virtudes y debilidades de los bateadores rivales.
Si algún bateador conectaba con facilidad un tipo de lanzamiento, el mismo no se lo repetía. Luque fue el lanzador con más temporadas en la liga cubana con 22.
El segundo en victorias (106), el cuarto en juegos completos (113), el séptimo en promedio de ganados y perdidos (.599), el décimo en partidos lanzados (216).
El 17 de febrero de 1923 impuso un récord de ponches propinados consecutivos con siete.
Lideró en siete temporadas en victorias, en otras cuatro en ganados, dos veces en blanqueadas y juegos completos, mientras que en otra ocasión encabezó las carreras limpias con 1.27.
En 1917 jugando con el equipo Orientales se llevó el título de bateo con .355 de promedio.
Su última temporada fue en 1938/39. Como mánager ganó siete campeonatos con Almendares y uno con Cienfuegos.
También dirigió los Havana Cubans de la Liga Internacional de la Florida. Fue elegido al Salón de la Fama del Béisbol Cubano en 1957.
En el Salón de Actos del Estadio Latinoamericano de La Habana (antiguo Estadio del Cerro) se encuentra un busto en honor a su ilustre carrera.
México
Dirigió en 1953 al equipo mexicano de Guadalajara, en una serie de cuatro juegos de la Liga de la Costa contra Hermosillos, obteniendo la victoria.
También fue estratega de los equipos Puebla, Veracruz, Nuevo Laredo, Mexicali y Yucatán. Fue primo por rama materna del famoso torero Manolete.
En Puebla fue querido y admirado por todos los que lo conocieron. En esta ciudad, el hermano de su última esposa Yvonne Recek le hizo una composición que tituló: “Elegía a Papá Montero”.
También fue amigo personal de Ernest Hemingway cuando el escritor norteamericano tuvo como residencia en la ciudad de La Habana.
Grandes Ligas
Debutó en Grandes Ligas en 1914 con los Bravos de Boston de la Liga Nacional.
También actuó con los Rojos del Cincinnati, los Brooklyn Robins y los Gigantes de Nueva York. A partir de 1918 se une a los Rojos de Cincinnati donde escribió sus mejores páginas en el béisbol estadounidense.
En 1919 termina con nueve triunfos y tres derrotas con 2.63 de efectividad para ayudar a su equipo a ganar la Liga Nacional para enfrentarse en la Serie Mundial al entonces poderoso elenco de los Medias Blancas de Chicago.
Luque lanzó cinco entradas como relevista ante los Medias Blancas en la Serie Mundial de 1919, la misma donde ocho peloteros del Chicago fueron separados para siempre del béisbol al comprobarse que se entendían con los apostadores.
En 1921 alcanzó 17 victorias con 3.38 de efectividad. Aunque perdió 19 juegos, 11 de estas derrotas fueron por el margen de una carrera.
En 1923 se coronó líder de los lanzadores al lograr 27 victorias, con ocho reveses, efectividad de 1.93 y seis blanqueadas.
De sus ocho derrotas cuatro fueron por la diferencia de una carrera. Además de liderar en triunfos, lo hizo en promedio de ganados y perdidos (.771) y en WAR Lanzador con 10.7.
En 1925 volvió a tener un gran año al terminar primero en efectividad (2.63), con un WHIP de 1.17, cuatro blanqueadas y 16 victorias.
Historia en la Serie Mundial
En las postrimerías de su carrera Luque fue cambiado a Brooklyn y con 43 años de edad retornó en 1933 a la Serie Mundial con el uniforme de los Gigantes convirtiéndose en una figura clave en la victoria de su equipo ante los campeones de la Liga Americana, los Senadores de Washington.
Ocurrió en el quinto juego de este clásico. Con la serie favorable 3-1 a los Gigantes y el choque igualado a tres carreras en la quinta entrada, el mánager Bill Terry lo trajo de relevo buscando sofocar una amenaza de los Senadores.
Luego de detenerla, se mantuvo en la lomita de manera impecable hasta el último episodio cuando los Gigantes le habían dado una ventaja de una anotación (4-3). Washington, en el final de la novena amenazó con empatar e irse arriba al llenar las bases teniendo en la caja de bateo al peligroso inicialista Joe Kuhel.
El piloto Terry salió a la lomita con la idea de pedirle la bola al cubano y traer a otro relevista. Pero cuando fue hacerlo, el antillano le pidió con carácter que lo dejara lanzar pues él iba a resolver la situación y Terry confió en Luque dejándolo en el montículo.
En los siguientes tres lanzamientos ponchó a Kuhel para que los Gigantes se coronaran campeones de la Serie Mundial. Su último partido como lanzador fue el 26 de abril de 1935.
Terminó su carrera con 194 triunfos, 179 derrotas (.520), una efectividad de 3.24. Actuó en 550 desafíos con 367 de abridor, tiró 26 blanqueadas, completó 206, ponchó a 1,130 bateadores y salvó 29 juegos.
Participó en dos Series Mundiales y finalizó con registro de un triunfo sin derrota sin permitir carreras limpias en nueve entradas y dos tercios donde ponchó a 11 bateadores.
Luego de su retiro pasó a ser entrenador de lanzadores de los Gigantes bajo las órdenes de Bill Terry (1935-38) y Mel Ott (1942-45).